domingo, 23 de agosto de 2009
domingo, 9 de agosto de 2009
Tarreo 2009
Dentro de las actividades para gustos diversos y "tradicionales" del colegio, hace tiempo se extrañaba una; El tarreo. Para todos los futuros Bill Gates, para los actualizados en la tecnología computacional, para el que disfruta ganar un partido de fútbol en play station, para el que quiera pasarla bien con un computador/consola y unos cuantos amigos.
¿De qué trata? Muy simple: Un grupo de amigos (de preferencia jóvenes para evitar un bochorno de los más antiguos ante la ignorancia total) se juntan, cada uno trae su computador, consola, gameboy pocket, atari, ábaco, o lo que desee jugar (en grupo), se conecta, se arma una red, ¡y a jugar!
¿Qué se juega? Lo que uno quiera, siempre y cuando cumpla con las siguientes reglas: Que no produzca náuseas, vómitos o embarazos no deseados, y que se juegue en grupo, importantísima la segunda regla, ¿Quién no ha soñado con ver la cara del amigo cuando pierde de manera exagerada contra uno?
Eso fue lo que se hizo el día viernes 24 de julio con los alumnos del Notre dame, cerca de 20 alumnos que decidieron pasar la noche en el colegio intentando convertir un gol, un ace, un strike, una patada giratoria, un cuchillazo, un disparo, un headshot, etc. Y fue así como partió la noche, algunos decidieron partir jugando Nintendo Wii, sin embargo el precalentamiento se vio fuerte por el lado de los partidos de fútbol en el play station, se escuchaban los sollozos desolados de algunos y los gritos fuertes de gol de otros. Y cuando algunos se aburrieron de ganar (y de perder otros), se pasó al plato fuerte de la noche; el Counter-Strike, el juego más popular dentro de la World Wide Web según se dice. Aquí se vio de todo, desde los disparos más inusuales, hasta los jugadores más inexpertos (y limitados en talento (Léase Vice-Capitán)) saliendo victoriosos del campo de batalla. Risas por aquí, burlas por allá, lo que sea. Así fluyó la noche, los más fanáticos jugando los de estrategia, y a los más débiles ya les había ganado el sueño, aunque un par de horas de descanso fueron suficientes para recomenzar los disparos al amanecer.
La mañana tampoco estuvo exenta de competencias computacionales, uno que otro resistió y logró mantenerse en pie (o sentado) tratando de defenderse de los balazos, orcos, zombies o lo que sea que el juego permita. Y así terminó el tarreo, se desconectaron los computadores y cada uno se fue a su casa. Se pasó bien, se ganó y se perdió, pero lo más importante, se logró compartir a través de un método no tan usual en la mayoría de los colegio, pero que encanta a más jóvenes cada día, la tecnología computacional, y como dijo más de alguno de los que están leyendo: “¡Pucha que están cambiaos los tieeeempos!”